martes, 30 de julio de 2019

Presente (XXX) RTR 75 / 19



       Soy consciente de haber escrito hace ya mucho tiempo que después del verano del 67 -los días de Big Pink- no volví a tener contacto directo con Dylan. Disfrazar la realidad para incrementar el patetismo es una opción acreditada por milenios de historia literaria y un recurso de gran eficacia en el terreno del documental y sus afluentes, tal como nos acaba de demostrar Scorsese en su “alchemic mix of fact and fantasy” difundida a través de Netflix. Con todo, a fin de cuentas, “rolling thunder” es una imagen que para los nativos norteamericanos significa “decir la verdad”, y a Dylan le encantó saberlo -según ha contado Larry Sloman-. Ahora, 2019, yo quiero contar la mía como integrante de aquella caravana hecha de música, atribuyéndome esa misma libertad para imbricar lo vivido y lo soñado, el ideal y la memoria, lo que pasó y lo que pudo haber sido.

       Esta primavera, mientras los medios se iban llenando de imágenes de colores inventados -la del cartel de Netflix, las que vendrían a componer el booklet de la colección de CDs de la RTR, y tantas otras-, lo que hice a la espera de que llegara el mes de junio para conocer lo que Scorsese y las Booglet Series habían hecho con ese fragmento de pasado compartido con Dylan fue volver a releer, una y otra vez, aquel cuaderno de tapas marrones que él me había regalado en 1967, cuando instalé mi caravana durante unos meses a las puertas de Big Pink. Para decirme adiós, en la última página había escrito una especie de bienvenida anticipada, rodeándola de cuatro esquemáticos y a la vez proféticos dibujos. Sonrío al mirarlos esta tarde, mientras escucho cómo This Wheel's On Fire se enlaza con Hurricane y luego con All Along The Watchtower en la cuarta toma del segundo disco de los recién publicados The RTR: The 1975 Live Recordings, que recoge parte de lo ensayado el 21 de octubre de aquel año en los Studio Instrument Rentals de Nueva York. La voz de Dylan, suturando pasado(s) y presente(s) con el hilo del violín de Scarlet Rivera, hace cicatrizar una vez más las heridas del tiempo.
     
If your mem'ry serves you well,
we were goin’ to meet again and wait ...




martes, 16 de julio de 2019

Presente (XXIX) - RTR 75 / 19



    
   Durante la primavera de este año, los medios comenzaron a anunciar profusamente la aparición de nuevos y reveladores materiales sobre una de las etapas más magnetizantes en la historia de las giras dylanianas: la de la Rolling Thunder Revue. El 7 de junio se pondría a la venta una colección de 14 CDs titulada RTR. The 1975 Live Recordings, y cinco días después Netflix estrenaría lo que se publicitaba como un documental sobre la gira dirigido por Martin Scorsese. El cartel reproducía una de las fotos más emblemáticas de Dylan -su favorita (en blanco y negro), afirmó en una ocasión-, la que le hiciera Ken Regan en perfil de tres cuartos enmarcando sus ojos insondables entre un sombrero con el ala cubierta de flores y un pañuelo que sugiere el movimiento de quien, al caminar, escucha su nombre -quizá otro- y vuelve la cabeza buscando el origen de la voz. El cartel de Netflix había imprimido a la imagen un rotación desconcertante y coloreaba las flores y el pañuelo con intensos tonos de acuarela. Bajo el título, siete palabras definían certeramente el contenido de la película: “A BOB DYLAN STORY BY MARTIN SCORSESE”, todo el mayúsculas, los dos nombres gravitando en torno al concepto central. La rotación del perfil de Dylan, los colores sobrepuestos a los tonos grisáceos de la foto y la preeminencia de la palabra “story” podrían servir como indicios alertadores ante cierto tipo de expectativas, cabría pensar a posteriori. Pero plantearse interpretar la carga simbólica de los ingredientes de ese cartel al contemplarlo por primera vez habría requerido algo que me está negado: permanecer invulnerable ante la sugestiva belleza de la imagen, ese rostro suspendido en el tiempo, mirándote a los ojos como para disuadirte de seguirle o para invitarte a hacerlo.

Yo no puedo serle inmune, porque hace ya mucho que acepté esa invitación de Dylan. En noviembre de 1975 me uní a la Rolling Thunder Revue. Ahora, casi cuarenta y cuatro años después, también a mí me ha llegado el momento de volver a conjurar aquella magia.