¡ Felices 76 * ~ * 67 !
The Basement Tapes * Bob Dylan and The Band * Big Pink * Woodstock 1967
lunes, 22 de mayo de 2017
jueves, 11 de mayo de 2017
Presente (XVIII) Reliquias de una apuesta (6)
Dylan regresó del sótano a los pocos
minutos con cara de tormenta, trayendo la caja redonda que yo acababa
de ganarle en aquella apuesta inesperada. Me tiró con ella con una
rabia similar a la que acompañó sus palabras:
- Ten cuidado con lo que hay dentro, Nar.
Está vivo, y muerde.
- Gracias por la advertencia.
- Eres idiota. Si tanta seguridad tenías
de ganar, podías haberte llevado algo mucho más valioso.
- Justo por eso aposté a la baja -me
limité a decir, viendo aterrizar la caja a mis pies.
Pareció que Dylan iba a replicar, y sin
embargo se limitó a congelar su gesto para clavarme una mirada que
me resultó difícil sostener. Luego me volvió la espalda, dando por
zanjada la escena.
- ¡Que te den, “Nar de los Misterios”!
La patada que acompañó aquella furiosa
despedida hizo que la caja saliera rodando en dirección a la hoguera
y quedase tirada a escasa distancia de las llamas, aunque sin llegar
a abrirse. Grupos de caras consternadas se fueron disgregando para
dejar paso: con las manos en los bolsillos y zancadas de siete
leguas, Dylan desaparecía de nuevo en dirección a su coche.
Sintiendo el peso de todos aquellos ojos
sobre mis hombros, me quedé un momento mirando la caja antes de
acercarme a recogerla. Ahora parecía más pequeña que cuando la vi
en el sótano. En lugar de sujetarla por el asa, la levanté
abrazando su contorno redondeado y, con la mirada baja, me dirigí a
la caravana. Todos callaban. El acelerón del coche de Dylan al salir
a la carretera resonó como un restallido en medio de aquel mutismo.
Estaba abriendo mi puerta cuando escuché
lo que me pareció una especie de aplauso lúgubre, lentísimo y
arrítmico. Salía por uno de los altavoces colocados ante las
ventanas del salón. Me di la vuelta y pude ver cómo Richard
empezaba a cerrarlas desde dentro, haciéndome un gesto con la mano.
Todo el mundo comprendió que la fiesta
había terminado.
lunes, 27 de marzo de 2017
Back Pages - Cuaderno marrón - Julio de mis años
Yo sería probablemente como un actor del método
- sea lo que sea un actor del método ...
… Podría cantar cualquier cosa
este cálido julio de mis años
Remembranza de cosas pasadas,
lo hago todo el tiempo.
jueves, 2 de marzo de 2017
Presente (XVII) Reliquias de una apuesta (5)
La
hoguera rebrotaba con los troncos que Rick le iba echando bajo la
soñolienta mirada de Sally. Me senté a su lado y ante las llamas
comencé a doblar el papel en el que Dylan me obligaba a escribir una
apuesta a ciegas, intentando asumir la enormidad que suponía poder
ganarle cualquier cosa. Garth se acercó con unos vasos y una botella
mediada de whisky. Mi hoja se convirtió en un barco, y mi deseo en
cinco palabras y un dibujo.
-
Si no lo tienes claro, échalo al fuego -sugirió Rick.
Casi
estaba a punto de hacerlo cuando el silencio que se fue adensando
alrededor me dio a entender que Dylan regresaba al ruedo. Me di la
vuelta y lo vi aproximarse a la fogata. Traía un libro encuadernado
en piel marrón, del que sacó su papel, doblado en cuatro. Una
Biblia de formato grande, con las tapas muy gastadas.
-
Aquí está mi parte de la apuesta, Nar: te joderá perderla.
Tendió
a Rick su hoja y con un gesto me obligó a hacer lo mismo. Miró mi
barco sin cara de sorpresa.
-
Que Rick guarde los papeles, y que Garth nos lea el Libro de
Isaías. Aquí traigo una King
James. Yo he dicho que la cita
que empieza con “Sobre la atalaya ...” es del capítulo 24, y tú
que es del …
-
Del 21, versículo 8 -completé su frase con la mirada puesta en el
fuego.
-
Pedante -masculló al tiempo que entregaba la Biblia a Garth.
Sally
sirvió whisky en los vasos dispersos por el suelo. Dylan cogió uno,
Rick otro; yo encendí un cigarro y me puse en pie para escuchar el
desenlace de aquel duelo imprevisto.
- “Sobre la atalaya, mi
señor, estoy firme a lo largo del día ...”
: Isaías, capítulo
21, versículo 8 -leyó Garth con voz casi litúrgica. Luego, con los
ojos bajos, devolvió la Biblia a Dylan, que se quedó mirándola en
silencio mientras la gente que nos había ido rodeando empezaba a dispersarse.
-
¡No os vayáis sin saber lo que he perdido!
El
grito paralizó a la mayoría, muchos se volvieron mirándome como si
esperasen alguna reacción por mi parte. No la hubo.
-
Parece mentira pero has ganado, Nar. Ahora sólo falta saber qué
cojones has escrito en ese barco de papel tan ridículo, qué es lo
que me has querido ganar arriesgándote en esa deriva de idiota.
Pásamelo, Rick.
Él
le entregó mi velero sosteniéndolo en la palma de su mano
izquierda. Dylan lo agarró en un puño y luego lo fue desplegando a
trompicones.
-
“La caja redonda del sótano”-leyó con tono interrogativo.
Me
miró con fijeza durante unos segundos muy lentos, primero ladeando
la cabeza y luego moviéndola de un lado a otro, perdonándome la
vida. Su voz sonó a granizo, lo sentí caer sobre mi cara:
-
Eres más inocente de lo que pensaba.
Apuró
su vaso de whisky y lo tiró a la hoguera. Después me dio la espalda
y, a grandes zancadas, entró en Big Pink por la puerta de atrás. Yo
me fui acercando despacio a la ventana del salón a la que Richard acababa de
asomarse.
-
¿Qué coño ha pasado, Nar? -me preguntó en voz baja. Dylan ha
bajado al sótano como una bala, parecía muy cabreado.
-
Acabo de perder algo ganando una apuesta. Te lo explico otro día.
El
tipo con cara de máscara estaba pasando por delante de nosotros y,
levantando brevemente su sombrero negro, nos hacía un gesto de
despedida.
jueves, 29 de diciembre de 2016
Back Pages - Cuaderno marrón - Notas finales desde la atalaya
Muchos
sienten que la vida
no es más que un poema
compuesto
de recortes
Pero
yo ya he pasado por eso
- dibujar en la distancia
la
voz del desierto salvaje
Ahora llega un tiempo nuevo
y lo voy a musicar
desde el lado de fuera .
sábado, 17 de diciembre de 2016
Back Pages – Cuaderno marrón – Sin fecha (Pasajes de un discurso/sueño)
Pasajes de un discurso/sueño
Respiré
profundamente
me di la vuelta
y corrí ...
me di la vuelta
y corrí ...
… recorriendo
otro camino
un camino más antiguo
a través del tiempo y la
dignidad
y nunca me he quitado las botas ...
y nunca me he quitado las botas ...
... sacar
nuevos sonidos de los viejos
sonidos
y nuevas palabras de las viejas palabras
y gritar con mi mente cantante
y nuevas palabras de las viejas palabras
y gritar con mi mente cantante
algo
que no tiene fin
tiene que ser poesía de una
manera u otra
tiene que ser poesía de una
manera u otra
y la
poesía
hace que me sienta feliz
a falta de una palabra mejor
a falta de una palabra mejor
infinito
infinito
todo es infinito
y todo son canciones
todo es infinito
y todo son canciones
“ La
música, amigo, es lo que importa
. ”
miércoles, 16 de noviembre de 2016
Presente (XVI) – Reliquias de una apuesta (4)
Mi
caravana se desplaza casi cincuenta años hacia delante para enlazar
el estruendo provocado por aquel portazo de Dylan una noche del
verano de Big Pink con el eco de confusión originado por su largo
silencio de hace unas semanas tras la concesión del Nobel de
Literatura. Aquel ruido y este sigilo lleno de resonancias provocan
ahora en mi ánimo secuelas similares como modos antagónicos de
elocuencia. Quedan separados por la reverberación y por las décadas,
pero fueron contiguos en el desenlace -prologado también por el
silencio- de aquella escena de una apuesta bíblica propiciada por un
desconocido con voz polvorienta. Esto es lo que recuerdo de ella:
Tras
aceptar el desafío con una respuesta lacónica, Dylan había
desaparecido en la casa dejando tras de sí el eco de un gesto airado
que suscitó algunos comentarios en voz baja entre los grupos más
cercanos a la entrada trasera. Enseguida reapareció ante ella, su
figura esculpida en un silencio que retumbó en el aire haciendo
enmudecer a todo el mundo. Estrépito, eco y luego nada, capítulos
sucesivos en la particular retórica dylaniana -aquella noche de
julio del 67 y éstas otras del otoño de 2016-: “A
veces, el silencio puede ser como el trueno.”
De
pie ante la puerta, sus ojos mudos me buscaron entre la gente que ya
comenzaba a apartarse hacia zonas menos iluminadas. Yo me acerqué
con un gesto que imitaba una media sonrisa, los hombros encogidos y
las manos abiertas. Él levantó las suyas: en la izquierda llevaba
dos trozos de papel, un bolígrafo y un lápiz; en la derecha, una
mandolina que dejó apoyada en el marco de la puerta. Su silencio
prolongaba un tiempo en el que yo sentí, con un escalofrío, que
Dylan estaba mirando a través de mí. La respiración se me
entrecortaba, pero conseguí callarme hasta que le escuché decir:
-
Apostemos, Nar. La cita era del Libro
de Isaías,
en eso estamos de acuerdo, pero me cuesta suponer que conozcas la
Biblia mejor que yo, y sobre todo no entiendo por qué tenías que
contradecirme ante toda esta gente. ¿Pretendías ganar un aplauso,
una medalla, la Super
Bowl
de la inconveniencia, quizá?
-
No me dedico a coleccionar trofeos. La verdad es que no tenía
intención de …
Dylan
me interrumpió, levantando la voz y ladeando la cabeza con gesto
desafiante:
-
La ausencia de intención no exime de sus consecuencias, Nar, y ese
tío de negro que está junto al fuego ha lanzado un guante que vas a
tener que recoger.
Vino
hacia mí y, con gesto brusco, me tendió el bolígrafo y uno de los
dos trozos de papel, sin darme opción ni a rehusar ni a elegir.
-
Haremos una apuesta a ciegas. Vamos a escribir lo que queremos del
otro en caso de ganar, sin tener en cuenta si habrá o no
proporcionalidad en lo elegido. ¿Te queda claro? Nos vemos dentro de
un rato.
Luego
se dio la vuelta y se dirigió a la entrada delantera de Big Pink,
ante la que había dejado aparcado su coche. Su silueta, al alejarse,
volvía a quedar esculpida en silencio. Un trozo de papel enrollado
colgaba de su mano izquierda: un edicto todavía en blanco.
Casi
cincuenta años después, mientras escribo estos apuntes ante la caja
grande y redonda que acabaría por ser mi trofeo en aquella apuesta,
presiento un recuerdo del futuro: otro papel, esta vez orlado con un
galardón. Quizá más silencio.
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