Mi
anticipación fue certera: aquella canción que escuché al entrar
por primera vez en el sótano resumía el júbilo de la camaradería
compartida, multiplicando ambos.
He
pasado todos estos años buscándola -en mi memoria, en mis sueños,
en las recopilaciones que desde el 69 han ido apareciendo bajo los
símbolos del milagro o del árbol con raíces, tras las etiquetas de
lo genuino o, recientemente, lo completo…-. La canción no aparece.
Simplemente no está.
Quizá
nunca fue grabada, o a lo mejor surge mañana en una cinta perdida.
Esa
canción no está grabada tal vez porque no existe.
Acaso
sea la que yo voy intentando escribir
ahora,
aquí,
como
si la cantáramos.
nothing in front of me and no one behind
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